Las tuberías enterradas de agua potable y saneamiento son esenciales para el funcionamiento de nuestra sociedad, ya que suministran agua potable a nuestras viviendas, industrias y comercios, y recogen y canalizan las aguas usadas de nuestras ciudades y pueblos, para llevarlas hasta las plantas de tratamiento de aguas.
Debido al paso del tiempo y diversos factores externos, las canalizaciones pueden sufrir un deterioro y requerir un mantenimiento o reparación. ¿Cómo determinar en este momento cuál es la técnica más adecuada, la sustitución o la rehabilitación de las tuberías, para recuperar el correcto funcionamiento de la instalación?
Tradicionalmente, los métodos de reparación de tuberías enterradas han implicado la excavación de zanjas para sustituir las mismas, siendo este un método costoso, laborioso y con numerosos inconvenientes para los ciudadanos y para el día a día de cualquier población.
Afortunadamente, desde hace más de 50 años se han ido desarrollando diversas técnicas de rehabilitación sin zanja que permiten reparar, construir o reemplazar las tuberías enterradas sin excavar y que evitan los inconvenientes e incomodidades del sistema tradicional, ofreciendo una alternativa más eficiente, más rentable y más sostenible.
A pesar de ser unas técnicas que llevan ya muchos años aplicándose en el mercado y con importantes ventajas respecto a los sistemas tradicionales de sustitución de tuberías, aún siguen siendo poco conocidas tanto por el público en general como por determinadas administraciones y empresas del sector de gestión del agua, puesto que estas técnicas no forman parte de los programas de las carreras universitarias relacionadas con el sector y con las obras.
La rehabilitación sin zanja de tuberías de abastecimiento de agua potable y de saneamiento se puede realizar con diversas técnicas, siendo uno de los más ventajosos la manga continua curada in situ CIPP.
Todas estas tecnologías deben ser aplicadas por empresas con total conocimiento y experiencia práctica en la rehabilitación y con profesionales formados y especializados en estas técnicas.
Todas ellas ofrecen claras ventajas frente a la excavación y sustitución de tuberías enterradas.
En primer lugar, la rehabilitación de canalizaciones enterradas evita excavaciones masivas, lo que reduce el coste y el tiempo necesarios para completar la intervención.
En segundo lugar, la rehabilitación sin zanja tiene menos riesgos para otras infraestructuras o servicios. Al excavar zanjas para sustituir tuberías, se pueden dañar redes de cableados enterrados, otras tuberías enterradas, la estructura de edificios o garajes cercanos u otras infraestructuras próximas.
Pero, además, en tercer lugar, la rehabilitación sin zanja permite una mayor flexibilidad y precisión en la reparación de tuberías, ya que se puede reparar una sección específica sin necesidad de sustituir toda la tubería.
Y, por último, y desde el punto de vista de las personas, los sistemas de rehabilitación sin zanja son intervenciones más seguras tanto para los trabajadores como para los viandantes al no necesitar excavar zanjas, reducen el impacto ambiental de la intervención y minimizan la interrupción del tráfico, las molestias y los ruidos que afectan a los ciudadanos y a las actividades económicas y comerciales de la zona afectada.
En resumen, las principales ventajas de la rehabilitación de tuberías enterradas son técnicas (al no requerir zanjas ni afectar a otros suministros), económicas (menores costes y, por tanto, mayor ahorro), de limpieza y sostenibilidad (intervención sin polvo ni generación de residuos), una mayor eficacia y eficiencia en la solución frente a la excavación de zanjas, una mayor rapidez en recuperar la operatividad de las tuberías enterradas y un mayor confort para los ciudadanos y los negocios de la zona, al ser una actuación sin cortes de tráfico, sin ruidos ni polvo.
Por todo ello, consideramos que, en el momento de detectar una necesidad de intervenir en una conducción enterrada, la primera opción a tener en cuenta debería ser la rehabilitación sin zanja.
Y solo recurrir a los métodos tradicionales de excavación de zanjas en caso de no poder aplicarse las tecnologías anteriormente indicadas.
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